La movilidad urbana sostenible es un asunto recurrente tanto en el Grupo Municipal Compromís como en la concejalía de Medio Ambiente desde el mismo momento en el que se asumíó esa responsabilidad política.

El concepto de movilidad urbana sostenible quizá resulte difícil de entender en abstracto, pero seguro que no tanto si lo vamos desgranando en acciones concretas que pretenden mejorar nuestra vida en relación con la ciudad: que las personas tengan prioridad sobre los coches y otros vehículos a motor para que se eviten atropellos y disminuya la contaminación acústica y ambiental, y para eso hay que calmar el tráfico; que las personas con dificultades de movilidad (personas mayores, discapacitados o padres con carritos de bebé) no se encuentren con obstáculos insalvables en aceras y calzada; que quienes circulen en bicicleta puedan hacerlo por vías seguras para la integridad personal como ocurre en tantas ciudades europeas y cada vez más en las de nuestro entorno; que podamos estar orgullosos de nuestro transporte público, algo que actualmente no ocurre; que podamos avanzar en el tema del camino escolar garantizando itinerarios seguros los niños con edad suficiente para gozar de cierta autonomía. Y tantos ejemplos que podría seguir poniendo.

En definitiva, cuando se habla de movilidad urbana, estamos hablando de acciones que mejoran la convivencia en Elda y la salud de sus habitantes, y claro está, no es un tema que se pueda resolver de la noche a la mañana, pero sí un camino que hay que recorrer con decisión, porque no podemos quedarnos atrás con respecto a otras ciudades de nuestras características.

En estos momentos, se está trabajando para llenar de contenido la semana de la movilidad que tradicionalmente se celebra en la segunda quincena de septiembre, y esta vez, ya en colaboración estrecha con Petrer, entendiendo con ello que ambos municipios forman una conurbación que debe ofrecer soluciones coordinadas a los problemas comunes, porque, urbanísticamente, en la práctica somos una misma ciudad.

Esa coordinación, pensamos que también debe trasladarse a las distintas áreas municipales, con la premisa de que hay que rentabilizar esfuerzos y recursos, priorizando aquellas actuaciones que sean factibles de llevarlas a cabo o ya no pueden esperar más.

Evidentemente, todo este proceso tiene que contar con la participación ciudadana, abriendo canales para que la gente exprese qué modelo de ciudad o de barrio quiere y cómo podemos ir avanzando en ese objetivo. Es un reto complejo que no podemos eludir. Ni quienes tenemos la responsabilidad municipal de hacerlo ni quienes son, en última instancia, los beneficiarios de cualquier mejora en el terreno de la movilidad urbana, para hacerla mucho más sostenible de lo que es ahora.